¿Qué impresión nos ha causado la Edad Media de la Historia de la Iglesia? ¿Qué nos conviene recordar? Estos cuatro puntos.
1°. La formación de los pueblos bárbaros, que se habían convertido a la fe cristiana, pero conservaban muchas de sus costumbres paganas, aparte de gran ignorancia. Fue necesaria mucha paciencia de la Iglesia. Era cuestión de siglos.
2°. La unión estrecha entre la Iglesia y la autoridad civil, que llegó a su cumbre con la creación del Sacro Imperio Romano. En la Edad Media no se concebía una sociedad sin Dios en el centro de todo.
3°. Aunque había mucha fe en el pueblo, las costumbres se relajaron con frecuencia, lo mismo en el clero que en los laicos, y fueron necesarias reformas muy severas. Se dan en esta Edad las grandes aventuras de las Cruzadas contra el Islam.
4°. La formación cultural fue lenta, pero iba segura con las escuelas episcopales, los monjes, las Órdenes religiosas. La ciencia teológica y las artes llegaron en el siglo XIII a su cumbre más alta con las Universidades y con las catedrales góticas.
Seis siglos: años 692-1303
EDAD NUEVA. ¿Por qué?
1303 – 1648
Parece mucho más apropiado llamar a los tres siglos largos que van del 1303 al 1648 Edad “Nueva” que Edad “Moderna”. Y empezar la Edad “Moderna” con ese 1648 hasta el Concilio Vaticano II de 1962-1965.
Eso sí, con los dos períodos tan claros y precisos de cada una señalados en esa lección primera del “Planteamiento” (pág. 10).
No es nada aventurero asegurar que los venideros empezarán a contar otra Edad a partir del Vaticano II, a la que podrán llamar “Contemporánea”, “Actual”, o como más les guste…
Por lo mismo, nuestro Curso lo dividimos así:
– Edad Antigua: 1-692.
– Edad Media: 692-1303.
– Edad Nueva: 1303-1648.
– Edad Moderna: 1648-1965.
Otros autores siguen, aunque con las mismas fechas poco más o menos, otra nomenclatura, y llaman “Moderna” a la Edad “Nueva” y “Contemporánea” a la que va del Siglo XVI o XVII hasta nuestros días. Unos y otros tienen sus razones propias y tan dignas las unas como las otras. Nosotros, definitivamente, nos atendremos a las que ahora damos.
Porque el cambio en la Iglesia y en Europa se produjo con el asalto a la ciudad de Anagni perpetrado con la intención de acabar con el papa Bonifacio VIII, hecho que hemos narrado en esa lección 72, y antes que el Año Santo, cambiando el orden expresamente. Con lo de Anagni debería empezar la primera lección de esta Edad Nueva, y, de hecho, lo repetiremos aunque sea sólo sucintamente.
Llamar “Nueva” a la que comienza en el 1303 no es nada caprichoso. Porque, efectivamente, se empezó con aquellas circunstancias a pensar y a actuar de manera muy diferente en la Iglesia, la cual seguía medieval pero con diferencias muy notables.
- Se pensaba muy distintamente del Papa y del rey, el cual ya no se sujetaba tan fácilmente al Pontífice, y el Emperador del Sacro Imperio Romano se convertía en una figura decorativa. Se pensaba, y también se actuaba, algo que se manifestó en la práctica con lo de Anagni en el 1303 entre el rey Felipe IV el Hermoso y el papa Bonifacio VIII.
- La ciencia dejaba de ser tan cristiana y junto a la Escolástica tradicional se empezaban a meter ideas filosóficas atrevidas con Ockham y herejías descaradas como las de Wyclif y Hus, sin que tuvieran las respuestas valientes de antaño.
- Empezaban a formarse unos Estados que se enriquecían independientemente de la Iglesia, y aún a costa de la misma, al apropiarse los bienes que los fieles le ofrecían.
- Las Cruzadas ya no entusiasmaban a nadie y, de hecho, fracasó la que todos los Papas promovían como la última que diera el golpe de gracia al Islam, el cual acabaría conquistando Constantinopla el año 1453 eliminando el Imperio Romano de Oriente.
- Por doquier se clamaba pidiendo una reforma que nunca llegaba en la Iglesia y, al revés, vino un cisma muy doloroso a causa, sobre todo, por el destierro de los Papas en Aviñón, durante aquellos casi setenta años en que vivieron en Francia dejando de vivir en la sede obligada de Roma.
- Se vivía el Humanismo. Y estaba a las puertas el Renacimiento que se iba introduciendo con mucha naturalidad en la sociedad y en la Iglesia, cambiando profundamente la expresión de las artes y el modo de vivir. Basta citar a un Petrarca.
- Con las expediciones transoceánicas se abrían nuevos horizontes y el comercio se expandía por unos caminos antes ignorados.
Todos estos hechos de los siglos XIV y XV, que desembocarán después en el XVI con el protestantismo, no podían seguir llamándose Edad “Media”; ni tampoco todavía Edad “Moderna”, de la cual eran una preparación. Por lo tanto, parece lo más acertado llamarla Edad “Nueva” con sus dos períodos bien definidos: el primero, de 1303 a 1517 en que se produjo la rebeldía de Lutero; y el segundo, a partir de este año hasta el 1648 con la paz de Westfalia. Todo lo veremos a su debido tiempo.