26. Con Nicodemo

26. Con Nicodemo

Muy interesante este personaje que hace presencia en el mismo comienzo de la predicación de Jesús. Notable fariseo, doctor de la Ley, miembro del Sanedrín, cree en Jesús, aunque no muy decididamente, y viene a visitarlo por la noche, algo normal en Oriente cuando se quiere hablar con tranquilidad.

No hacía falta que Nicodemo y Jesús se encontraran solos. Podían estar cercanos algunos discípulos, sobre todo el más muchacho, Juan, que nos narra la conversación al cabo de muchos años, e iniciada por el visitante:

-Rabbí, sabemos que has venido de Dios, porque ninguno hace los milagros que tú haces si Dios no está con él.

Con ese “sabemos” indica que no es él solo entre los judíos notables quien cree, pero que no se manifiestan claramente por miedo a los colegas. No vamos a reproducir aquí entera la conversación que mantuvieron los dos. Nos remitimos al capítulo 3 de Juan. Pero Jesús le hace ver a Nicodemo tres puntos muy señalados:

 

*¿Quiere alguien entrar en el Reino de Dios? Pues habrá de atenerse al futuro Bautismo, un verdadero nacer otra vez en Dios por el agua y el Espíritu Santo, ese Espíritu divino que, como el viento, lo llena todo. Habrán de dejar ustedes la antigua Ley, todo lo que han vivido hasta ahora, para poseer la vida nueva que les va a dar Dios.

 

*Al tanto con el pecado y la muerte, picadura de Satanás, la serpiente infernal, que sólo se remediarán mirando al Crucificado, igual que los judíos del desierto se curaban de la mordedura de las serpientes venenosas mirando a la serpiente de bronce elevada por Moisés a la vista de todos.

 

*¿Y quieren saber la razón de todo esto? No busquen otra que el amor de Dios. Porque Dios ama tanto al mundo, lo ama tanto, que, llegada la hora, le va a entregar su propio Hijo como víctima en la cruz. Y esto demuestra que Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.

 

Nicodemo fue siempre después un admirador de Jesús, que supo dar la cara por Él y no se avergonzó de cuidar del Crucificado en el Calvario, aunque nunca tomó la decisión de seguir sin condiciones al que creyó ser el Cristo tan esperado por Israel.