18 de mayo | Sábado de la VII semana de Pascua

18 de mayo | Sábado de la VII semana de Pascua

Hch 28, 16-20. 30-31

En aquellos días, cuando llegamos a Roma, se le permitió a Pablo vivir en una casa particular, con un soldado de guardia. Tres días después de su llegada, convocó a los judíos principales, y una vez reunidos, les dijo:

«Hermanos, sin haber hecho nada en contra de mi pueblo, ni de las tradiciones de nuestros padres, fui preso en Jerusalén y entregado a los romanos. Ellos, después de interrogarme, querían ponerme en libertad, porque no encontraron en mí nada que mereciera la muerte. Pero los judíos se opusieron y tuve que apelar al César, sin pretender por ello acusar a mi pueblo. Por esta razón he querido verlos y hablar con ustedes, pues llevo estas cadenas a causa de la esperanza de Israel».

Dos años enteros pasó Pablo en una casa alquilada; ahí recibía a todos los que acudían a él, predicaba el Reino de Dios y les explicaba la vida de Jesucristo, el Señor, con absoluta libertad y sin estorbo alguno.

 

Salmo 10, 4. 5 y 7
R. (cf 7b) El Señor verá a los justos con complacencia. Aleluya.
Desde su santo templo allá en el cielo, 
donde tiene su trono y su morada,
los ojos del Señor miran al mundo
y examina a los hombres su mirada. 
R. El Señor verá a los justos con complacencia. Aleluya.
Examina a inocentes y malvados
y aborecce al que ama la violencia.
Pues el justo el Señor y ama lo justo,
a los justos verá con complacencia. 
R. El Señor verá a los justos con complacencia. Aleluya.

 

Cfr Jn 16, 7. 13
R. Aleluya, aleluya.
Yo les enviaré el Espíritu de la verdad,
y él los irá guiando hasta la verdad plena, dice el Señor.
R. Aleluya.

 

Jn 21, 20-25

En aquel tiempo, Jesús dijo a Pedro: «Sígueme». Pedro, volviendo la cara, vio que iba detrás de ellos el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había reclinado sobre su pecho y le había preguntado: ‘Señor, ¿quién es el que te va a traicionar?’ Al verlo, Pedro le dijo a Jesús: «Señor, ¿qué va a pasar con éste?» Jesús le respondió: «Si yo quiero que éste permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú, sígueme».

Por eso comenzó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no habría de morir. Pero Jesús no dijo que no moriría, sino: ‘Si yo quiero que permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?’

Éste es el discípulo que atestigua estas cosas y las ha puesto por escrito, y estamos ciertos de que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús y creo que, si se relataran una por una, no cabrían en todo el mundo los libros que se escribieran.

 

Palabra del Señor.