74. Los adioses a Galilea

74. Los adioses a Galilea

Desde la Transfiguración hasta la subida de Jesús a Jerusalén para los Tabernáculos nos encontramos con hechos de Jesús que no sabemos dónde ni cómo colocarlos en su orden. Cada Vida de Jesús sigue su criterio, y nosotros hacemos lo mismo. Una cosa es cierta: que ahora nos hallamos en las últimas actividades de Jesús en Galilea.

 

Otra vez la Cruz en la lejanía

Cuanto más avanzan los días del ministerio de Jesús, tanto más cercana está la cruz. Como veían a Jesús cada vez más poderoso, no había manera de que la gente y los mismos discípulos entendiesen el Reino de Dios sino en sentido político y armas en mano. Y Jesús se veía obligado a insistir:

-Me entregarán en manos de hombres que me matarán. Pero, después de muerto, resucitaré al cabo de tres días.

Mas ellos no entendían este lenguaje. “Se entristecieron mucho y temían preguntarle”.

Y esperemos la repetición del aviso, porque no es la última vez que Jesús se lo va a recordar. Aquello de Pablo: “Lejos de mí gloriarme sino en la cruz de Jesucristo!” es un lenguaje que el mundo no entenderá nunca y que en la misma Iglesia no cuaja con facilidad, incluso con Jesucristo clavado delante de nuestros ojos. Es una llamada al heroísmo, y los héroes no abundan demasiado.

 

El pescado con la moneda

Por este hecho, curioso más que nada, vemos que Jesús y los Doce se dirigieron a Cafarnaún, quizá por última vez. Porque al entrar, los cobradores del impuesto por el Templo preguntaron a Pedro:

-Y su Maestro, ¿paga también el impuesto?

-Sí, desde luego.

Pero ahora es Jesús quien pregunta a Pedro:

-Oye, los reyes, ¿de quiénes cobran los impuestos, de los hijos o de los extraños?

-De los extraños, naturalmente.

-Entonces, los hijos están libres.

Pedro cayó en la trampa. Y Jesús:

-Bien. Para que no los escandalicemos, vete al mar, echa el anzuelo y le abres la boca al primer pez que caiga, y le encontrarás un estater;  pagas por mí y por ti.

 

Abundaban en el lago esos peces tan raros: los machos, que incubaban en su boca los huevos de las hembras. Al expulsar las crías, atrapaban después con la boca cualquier guijarro. Uno de esos peces llevaba esta vez una moneda equivalente a un siclo, y con ella pagaron el impuesto Jesús y Pedro. Vemos que la vida de Jesús tiene también sus curiosidades.

Y cierto que esto es un hecho curioso, pero también algo más. ¿Cumplía Jesús con sus derechos civiles? Seguro que en su vida de Nazaret no faltó jamás a un deber que le imponía su condición de ciudadano. Aunque en esto de los impuestos, por ejemplo, le costaba mucho, como a todos los judíos, pues se ha calculado que, entre lo de Roma y lo del Templo se les llevaba a los del pueblo el 50%. Jesús cumplió su deber sin quejarse. Y ahora, profeta y misionero religioso, no se escabulle de esos deberes y deja la lección a su Iglesia. Para pagar da Jesús la razón del escándalo, es cierto, pero no era eso lo que Él miraba, sino ante todo el deber bien cumplido.

Es muy notorio en Alemania el Día de los Católicos, el famoso “KatholiKentag”. Cuando lo celebraban, el Emperador Guillermo II, protestante, le solía mandar un telegrama al Papa y le felicitó más de una vez a León XIII asegurándole que los ciudadanos católicos eran los que mejor cumplían sus deberes civiles.

 

 

 

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