49. Juan el Bautista, angustiado

49. Juan el Bautista, angustiado

Llevaba ya varios meses dentro de las mazmorras de Maqueronte sufriendo su espantoso fracaso:

-¿No me habré equivocado? Y aquel Jesús, ¿hace algo por el pueblo? ¿No habrá sido todo una ilusión?…

No veía claro. Eran dudas serias. Dios permite noches muy oscuras a sus mayores elegidos. Por fin, manda a unos discípulos suyos:

-Vayan a Jesús, y le preguntan: ¿Eres tú el que ha de venir, o hemos de esperar a otro?…

Jesús comprende. Hace que se queden con él quizá algunos días más los emisarios de Juan, y al fin los despide:

-Cuando lleguen a Juan, díganle lo que han oído y ustedes mismos han visto: Los ciegos recobran la vista y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados.

 

Todo el mundo seguía hablando del muchacho de Naín… Eso de los milagros era un argumento muy convincente para Juan, el cual no había hecho ninguno y ahora salían a puñados de las manos de Jesús. Y lo de “los pobres son evangelizados”, igual. Venía a decirle Jesús a Juan:

-Los sumos sacerdotes, escribas y fariseos rechazan lo que Dios les ofrece, pero los “pobres de Yahvé” lo acogen con fidelidad. Los humildes, los pecadores y pecadoras se hacen con el Reino, mientras que aquellos orgullosos se quedan fuera.