41. Las espigas de trigo

41. Las espigas de trigo

Otra cuestión seria que vienen a plantear los fariseos, empeñados en hacer imposible la vida a Jesús, y para eso se agarran a cualquier simpleza. Como cuando ven a los discípulos hacer una cosa tan sencilla, y permitida por la Ley, como agarrar espigas de trigo sin meterse en el sembrado, sino cogiendo solo las que están al alcance del camino. Al ver a los discípulos deshacerlas con la mano para comerse el grano, viene el grito a Jesús:

-¡Qué horror, ese “trabajo” que están haciendo tus discípulos en sábado!

-¿De veras? Pues sepan que el sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. Y, si quieren saber más, hay aquí uno que es dueño del sábado.

 

¡Vaya lección que les da Jesús con esta respuesta! Callandito, callandito, les va diciendo poco a poco y finamente que el autor de la Ley es Él, y, por lo mismo, que es Dios. Y Dios ha dado e impuesto la Ley para ayudar al hombre y no para hacerle imposible la vida.