4 de junio | Lunes de la novena semana del tiempo ordinario

4 de junio | Lunes de la novena semana del tiempo ordinario

Epístola II Carta de San Pedro 1,2-7.  Lleguen a ustedes la gracia y la paz en abundancia, por medio del conocimiento de Dios y de Jesucristo, nuestro Señor. Su poder divino, en efecto, nos ha concedido gratuitamente todo lo necesario para la vida y la piedad, haciéndonos conocer a aquel que nos llamó por la fuerza de su propia gloria. Gracias a ella, se nos han concedido las más grandes y valiosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a participar de la naturaleza divina, sustrayéndose a la corrupción que reina en el mundo a causa de los malos deseos. Por esta misma razón, pongan todo el empeño posible en unir a la fe, la virtud; a la virtud, el conocimiento; al conocimiento, la templanza; a la templanza, la perseverancia; a la perseverancia, la piedad; a la piedad, el espíritu fraternal, y al espíritu fraternal, el amor. Salmo 91(90),1-2.14-15ab.15c-16.  Tú que vives al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Todopoderoso, di al Señor: «Mi refugio y mi baluarte, mi Dios, en quien confío». “Él se entregó a mí, por eso, yo lo libraré; lo protegeré, porque conoce mi Nombre; me invocará, y yo le responderé. Estaré con él en el peligro lo defenderé y lo glorificaré le haré gozar de una larga vida y le haré ver mi salvación”. Evangelio según San Marcos 12,1-12.  Jesús se puso a hablarles en parábolas: «Un hombre plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía. Pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo echaron con las manos vacías. De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo llenaron de ultrajes. Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también golpearon o mataron a muchos otros. Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando: ‘Respetarán a mi hijo’. Pero los viñadores se dijeron: ‘Este es el heredero: vamos a matarlo y la herencia será nuestra’. Y apoderándose de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros. ¿No han leído este pasaje de la Escritura: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?». Entonces buscaban la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo de la multitud. Y dejándolo, se fueron. Palabra del Señor.