28. Último testimonio del Bautista

28. Último testimonio del Bautista

Juan había dejado el Jordán en su desembocadura casi del Mar Muerto, había subido mucho más al Norte, y ahora predicaba en Ennón, donde había seis u ocho fuentes abundosas que proporcionaban agua suficiente para bautizar. Casi podemos asegurar que Juan dejó el Jordán y se estableció aquí junto a Escitópolis, ciudad abierta que no caía bajo la jurisdicción de Herodes Antipas, por sospechar que el tetrarca lo quería apresar.

 

Y ocurrió un caso curioso. Parece que un judío, que se había hecho bautizar por los discípulos de Jesús, fue a los discípulos de Juan y metió la discordia asegurándoles que el bautismo de Jesús era superior al de Juan, y, de hecho, eran muchos los que se bautizaban por el nuevo Maestro, aunque no lo hiciera él, sino sus discípulos. Buenos los discípulos de Juan, pero, recomidos de una fina envidia, le dicen al Bautista:

-¿Sabes, Maestro? Aquel que estaba contigo al otro lado del Jordán y del que diste testimonio, está bautizando también y todos se van tras él.

¡Pobrecitos! No conocían bien a su Maestro, que tenía un alma inmensa y estaba lleno de Dios. Así que les responde:

-Nadie puede recibir cosa alguna si no le fuese dada desde el cielo… Yo no soy nadie, y lo que he hecho es todo de Dios.

 

Pasa entonces a una comparación bella, colmada de idilio cuando describe el papel del primer paraninfo en una boda:

-¿Saben quién soy yo? No soy el dueño de la esposa, sino el amigo del esposo, que no tengo otro oficio que llevar al esposo hacia la afortunada elegida. Oigo su voz llena de alegría cuando se encuentra con su amada mujer que le espera en la cámara nupcial, y me retiro lleno yo también de gozo, cumplida mi misión. ¿Me hablan de Jesús, venido de Nazaret? “Es necesario que él crezca y que yo disminuya”.

 

Tanto los discípulos de Juan como los de Jesús podían expresar ahora sus envidietas, aunque todos ellos afortunadamente cambiarán un día de parecer. Hoy es Juan quien habla maravillas de Jesús, y pronto será Jesús quien levantará a Juan por las nubes.

 

Estas palabras de Juan dan ocasión a otro Juan, el evangelista, para estampar a continuación su propio parecer sobre Jesús, como si lo dijera el mismo Bautista.

Nosotros, con mucho amor a Jesús, lo convertimos en perorata ardiente:

¿Saben quién es Jesús? El que ha venido de lo alto y está por encima de todos.

¿Saben quién es Jesús? El que nos revela todas las cosas del cielo.

¿Saben quién es Jesús? El que ha salido de Dios y nos da sin medida el Espíritu de Dios.

¿Saben quién es Jesús? El Hijo amado del Padre, que ha puesto todas sus cosas en la mano de ese su Hijo querido.

¿Saben quién es Jesús? El que tiene la vida eterna, y la da a todo el que cree en Él, mientras que se pierde todo aquel que lo mira con indiferencia y hasta lo rechaza con desdén.

¡Qué bien hacemos nosotros al conocer y amar tanto a Jesús! Ciertamente que no nos equivocamos en la vida.