22 de enero | Lunes de la III semana del Tiempo ordinario | Día de oración por la protección legal de los niños no nacidos

22 de enero | Lunes de la III semana del Tiempo ordinario | Día de oración por la protección legal de los niños no nacidos

2 Sm 5, 1-7. 10
En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David, de la tribu de Judá, y le dijeron: “Somos de tu misma sangre. Ya desde antes, aunque Saúl reinaba sobre nosotros, tú eras el que conducía a Israel, pues ya el Señor te había dicho: ‘Tú serás el pastor de Israel, mi pueblo; tú serás su guía’”.
Así pues, los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver a David, rey de Judá. David hizo con ellos un pacto en presencia del Señor y ellos lo ungieron como rey de todas las tribus de Israel.
David tenía treinta años, cuando comenzó a reinar. Primero reinó en Hebrón, sobre Judá, siete años y tres meses. Después, en Jerusalén, reinó sobre todo Israel y Judá, treinta y tres años. En total, su reinado duró cuarenta años.
Una vez ungido rey, David y sus hombres marcharon a Jerusalén, contra los yebuseos que habitaban aquella tierra. Éstos le dijeron a David: “Tú no entrarás aquí, pues los ciegos y los cojos bastarán para rechazarte. Ellos mismos dicen: ‘David jamás entrará aquí’”. Él, sin embargo, tomó la fortaleza de Sión, que en adelante se llamó “la ciudad de David”. David se hacía cada vez más poderoso y el Señor estaba con él.

Salmo 88, 20. 21-22. 25-26
R. (25a) Contará con mi amor y mi lealtad.
Hablando tú en visión tus amigos
un día les dijiste: 
“He escogido a un valiente de mi pueblo
y he ceñido a sus sienes la corona.  
R. Contará con mi amor y mi lealtad.
He encontrado a David, mi servidor,
y con mi aceite santo lo he ungido.
Lo sostendrá mi mano 
y le dará mi brazo fortaleza.  
R. Contará con mi amor y mi lealtad.
Contará con mi amor y mi lealtad. 
y su poder aumentará en mi nombre.
Extenderé su imperio sobre el mar,
sobre los ríos todos, su dominio”.  
R. Contará con mi amor y mi lealtad.

2 Tim 1, 10 
R. Aleluya, aleluya. 
Jesucristo, nuestro Salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio. 
R. Aleluya. 

Mc 3, 22-30 
En aquel tiempo, los escribas que habían venido de Jerusalén, decían acerca de Jesús: “Este hombre está poseído por Satanás, príncipe de los demonios, y por eso los echa fuera”. 
Jesús llamó entonces a los escribas y les dijo en parábolas: “¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Porque si un reino está dividido en bandos opuestos no puede subsistir. Una familia dividida tampoco puede subsistir. De la misma manera, si Satanás se rebela contra sí mismo y se divide, no podrá subsistir, pues ha llegado su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus cosas, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa. 
Yo les aseguro que a los hombres se les perdonarán todos sus pecados y todas sus blasfemias. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca tendrá perdón; será reo de un pecado eterno”. Jesús dijo esto, porque lo acusaban de estar poseído por un espíritu inmundo.

 

Palabra del Señor.