LA FAMILIA TRINITARIA

LA FAMILIA TRINITARIA

Domingo 11 de junio de 2016
Solemnidad de la Santísima Trinidad
San Juan 3,16-18: “Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él”.

Queridos hermanos, después de haber celebrado Pentecostés, cerramos el ciclo de la Pascua y retomamos este domingo el tiempo ordinario, con la celebración gozosa de la Trinidad de Dios.

Nos acercamos al misterio del Dios que nos ama, y que se nos ha revelado en la historia como comunidad-familia de amor. Tres personas, un solo Dios verdadero. Padre, Hijo y Espíritu Santo, el Dios Trino y Uno, es para los cristianos y cristianas modelo de comunión y solidaridad para la humanidad.

Nuestras familias hallarán en la Trinidad la razón de vivir unidas. En efecto, si nos esforzamos en cultivar la oración, la lectura de la Palabra, el perdón mutuo y la caridad solidaria, estaremos cada día más sumergidos en la dinámica de amor que envuelve a la divinidad. Las relaciones que caracterizan la vida del Padre y del Hijo y del Espíritu se fundan en un amor sin fin, siempre renovado y derramado a la humanidad. En la Trinidad hay un “darse” y un “recibir” que sostiene en equilibrio el universo. La armonía del cosmos, la providencia de la Madre Tierra, y la fraternidad entre los humanos son el signo glorioso de ese intercambio ininterrumpido.

El Evangelio nos muestra que siendo discípulos y misioneros de la Buena Noticia entraremos en la órbita de la Trinidad:

Discípulos: seguidores de Jesús, el Hijo Amado del Padre, que desea que este mundo arda en el fuego del Espíritu. Discípulos de Jesús, orante, predicador, maestro de los pobres.

Misioneros: para ir y enseñar a pueblos y naciones a vivir como imagen y semejanza del Dios Trinitario, a entregarse sustancialmente y recibir sin medida para que la humanidad toda se alimente del banquete escatológico.

Estamos llamados en este día a formar una gran familia que viva relaciones de armonía con con Dios, la naturaleza y los demás. Permitamos que el amor divino llegue a la raíz del corazón y lo fecunde de felicidad. Abramos paso al Reino del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en nuestras familias.

Este es el tiempo oportuno.

Cordialmente, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.