LA EPIFANÍA DEL SEÑOR

LA EPIFANÍA DEL SEÑOR

Queridos hermanos, que el Señor misericordioso les llene de su paz y los mantenga firmes en la fe.

En este día celebramos con regocijo la fiesta de la Epifanía, recordando cómo el Dios Bueno y Eterno se ha manifestado en la encarnación de Jesús, que se ha hecho hermano, compañero, amigo, carne de nuestra carne. Esta fiesta recoge además la memoria de cómo el Evangelio, la Buena Noticia del Reino, se ha ofrecido a todas las culturas de la tierra, representadas en los sabios de Oriente que visitan la gruta de Belén, guiados por la estrella.

Hoy recibimos nuevamente el llamado a seguir la estrella del Reino, al Sol que nace de lo alto. En medio de la noche, que forma parte de nuestra vida, el Señor nos ofrece las luminarias de las bienaventuranzas, el mandamiento del amor, el camino de la reconciliación y de la misericordia solidaria para vivir a plenitud. Nuestra búsqueda existencial haya en la humildad de Belén la respuesta más profunda y llena de sentido: Dios está con nosotros. No estamos solos.

Como familias estamos llamados a hacer nuestras búsquedas, decisiones y opciones con un corazón abierto y dispuesto. La Palabra de Dios, la vida de Jesús, su mensaje y sus obras son la luz radiante que nos pueden ayudar a ser una familia unida a pesar de las pruebas que la oscuridad del mundo nos pone como tropiezo.

Que en este año nuevo nos arraiguemos cada vez más en los ideales del Reino y abramos camino a la esperanza en el corazón de los hijos de la Iglesia. Este es el tiempo oportuno.

Cordialmente, P. Freddy Ramírez, cmf.