28 de septiembre | APROVECHAR RESQUICIOS

28 de septiembre | APROVECHAR RESQUICIOS

MEDITACIÓN DEL DÍA:
*279.- “En aquellos tiempos tan calamitosos, no sólo tenía que proceder con esa cautela, sino que además no se podía dar a la función nombre de misión, sino de Novena de ánimas, de la Virgen del Rosario, del Smo. Sacramento, de tal Santo, para no alarmar a los constitucionales”

Aut 292

 

 

En el evangelio nos encontramos con este párrafo que se nos presenta muy sugerente: “Yo os envío como a ovejas en medio de lobos: sed entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en las sinagogas. A causa de mí, seréis llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo vais a hablar o qué vais a decir: lo que debáis decir se os dará a conocer en ese momento, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros” (Mt 10,16-20).
En innumerables ocasiones nos encontramos ante personas o grupos que se muestran totalmente desinteresados por anuncio cristiano, o ni siquiera respetan el más mínimo signo religioso. Debemos aspirar en primer lugar a la libertad. Creemos en la construcción de una sociedad en que se respeten los derechos y uno de ellos es el de la libertad para manifestar las propias creencias. Y el anuncio de la fe cristiana en nuestras actitudes personales y en algunas actividades específicas no tiene por qué ser visto como ataque al derecho de otros a hacer lo mismo con sus creencias.
Nuestra vida creyente tiene que ser ante todo una propuesta, porque la fe no se demuestra, sino que se muestra. Al ser vista en actitudes, gestos y palabras, otros se preguntarán, ¿qué lleva a estas personas a vivir de esta manera? Por lo tanto, la astucia de la que habla el Evangelio no es una actitud de fingimiento, sino de saber ser oportuno en el modo de practicar la fe y anunciarla. No buscamos captar adeptos al modo de una secta, sino que, convencidos  de aquello que nos plenifica e ilusiona, queremos vivirlo de modo tan intenso que contagie a otros.
¿Cuál es el grado de vitalidad de mi fe? ¿He experimentado en alguna ocasión que mi entusiasmo creyente ha despertado cuestionamientos en quienes me rodean?