9 de septiembre | Lunes de la XXIII semana del Tiempo ordinario | Santa María la Antigua

9 de septiembre | Lunes de la XXIII semana del Tiempo ordinario | Santa María la Antigua

Gen 3, 9-15

Después de que el hombre y la mujer comieron del fruto del árbol prohibido, el Señor Dios llamó al hombre y le preguntó: “¿Dónde estás?” Éste le respondió: “Oí tus pasos en el jardín; y tuve miedo, porque estoy desnudo, y me escondí”. Entonces le dijo Dios: “¿Y quién te ha dicho que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?”

Respondió Adán: “La mujer que me diste por compañera me ofreció del fruto del árbol y comí”. El Señor Dios dijo a la mujer: “¿Por qué has hecho esto?” Repuso la mujer: “La serpiente me engañó y comí”.

Entonces dijo el Señor Dios a la serpiente:
“Porque has hecho esto,
serás maldita entre todos los animales
y entre todas las bestias salvajes.

Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo
todos los días de tu vida.
Pondré enemistad entre ti y la mujer,
entre tu descendencia y la suya;
y su descendencia te aplastará la cabeza,
mientras tú tratarás de morder su talón”.

 

Salmo: Lc. 1, 46-55.
R/. Gózate, alégrate en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su Sierva. R/.
R/. Gózate, alégrate en el Señor.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo. R/.
R/. Gózate, alégrate en el Señor.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos. R/.
R/. Gózate, alégrate en el Señor.
Enaltece a los humildes Los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. R/.
R/. Gózate, alégrate en el Señor.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R/.

R/. Gózate, alégrate en el Señor

 

Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas: 4, 4-7.
Hermanos: Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estábamos bajo la ley, a fin de hacernos hijos suyos.
Puesto que ya son ustedes hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama “¡Abbá!”, es decir, ¡Padre! Así que ya no eres siervo, sino hijo; y siendo hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Palabra de DIOS.

Te Alabamos Señor.

 

╬Lectura del santo Evangelio según San Lucas 1, 39-56.
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen.
Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.
Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre”.
María permaneció con Isabel unos tres meses, y luego regresó a su casa.
Palabra del Señor.
ORACIÓN DE LOS FIELES

En esta Solemnidad de Santa María La Antigua, Patrona de la Iglesia
de Panamá, clamemos al Señor y pidamos la poderosa intercesión de
nuestra Madre Celestial, diciendo:
R. Que Santa María La Antigua, interceda por nosotros.
• Por la santa Iglesia de Dios, que contempla en María la imagen
radiante de la nueva humanidad, para que con fidelidad pueda cumplir su misión
evangelizadora. Roguemos al Señor.
• Por todas y cada una de las Diócesis que forman la Iglesia en Panamá, para que
sus pastores, sacerdotes, los consagrados a la vida religiosa, laicos comprometidos y
fieles en general, sean conscientes de la protección maternal de María Virgen, bajo
la advocación de Santa María La Antigua y puedan responder a ejemplo suyo, con
fidelidad a la misión que han recibido.  Roguemos al Señor
• Por nuestros gobernantes, dirigentes políticos y todos los constituidos en autoridad,
para que iluminados por el Señor, puedan trabajar por el engrandecimiento y
bienestar de nuestro país. Roguemos al Señor
• Por el diálogo permanente  entre todos los sectores de la sociedad panameña, a fin
de buscar las soluciones  a los problemas más apremiantes que agobian al país y
que requieren del concurso de sus mejores hijos e hijas. Roguemos al Señor
• Por nuestra Patria, Panamá y todos los que habitan esta tierra istmeña, por todos
los hombres de todas las naciones, para que crezca en todos los pueblos la
concordia, la justicia y la paz. Roguemos al Señor
 • Por todos los que sufren por el desempleo y padecen hambre, enfermedades,
marginación, para que el Señor venga en su socorro, los saque de la prueba y los
confirme en la esperanza y en el gozo. Roguemos al Señor
• Por todas las familias, especialmente las de nuestras comunidades que están
desunidas; para que sepamos sufrir con ellas, y podamos ayudarlas para que se
conviertan en verdaderas iglesias domésticas, y a ejemplo de María y José, sean
testimonio fiel de los designios de Dios. Roguemos al Señor
Escucha Padre, nuestras plegarias,
que te dirigimos hoy que celebramos solemnemente
a Santa María La Antigua,
como Patrona de la República de Panamá.
Tú que has hecho obras grandes en María y la has llenado con tu amor,
hazlas también en todos los hombres y mujeres del mundo,
para que podamos darte la gloria que tú te mereces.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

Palabra del Señor.