MEDITACIÓN DEL DÍA:
Aut 89
Así cerró Claret su primera etapa en el camino hacia su vocación de Misionero Apostólico. Tuvo que hacer virajes y rodeos: a los veinte años se sintió “desengañado, fastidiado y aburrido del mundo: pensé dejarlo y huirme a la soledad, meterme cartujo”. Alimentó el deseo de hacerse cartujo durante un año, estudiando en el Seminario Diocesano de Vic, y cuando se dirigía a la cartuja de Montealegre para ingresar, una repentina tempestad le hizo sentirse mal y dudar: “¿y si Dios no quiere que vayas a la cartuja?”. Se alarmó, y volvió al Seminario de Vic. Catorce años más tardó aún Claret en poner sus pies y su voz, ya libres de ataduras, en su definitiva vocación de Misionero Apostólico.
Al contarnos el comienzo de esa búsqueda, nos ofrece Claret luces para que cada uno ilumine su propio camino en la búsqueda de la propia vocación personal, al servicio del mundo y de la Iglesia, y desde dentro de ella.
El estado de vida y la dedicación en que cada uno mejor se realice al servicio de los demás habrá sido la “vocación” a la que Dios le ha llamado. Hay que buscarla para encontrarla y seguirla. El camino puede ser corto o ser muy largo y con etapas o cambios de dirección y rodeos. Hay que evitar equivocarse; hay que perseverar hasta lograr vivir la propia vocación, porque en ello se juega uno la propia felicidad.
En esa búsqueda no debemos sentirnos autosuficientes. Claret buscó el consejo de personas experimentadas, tuvo sus directores espirituales; y esto no solamente al comienzo de su andadura, sino durante toda su vida, pues la opción vocacional necesita ser siempre actualizada.
¿En qué momento o etapa de tu búsqueda vital te encuentras? ¿Has logrado ya descubrir o alcanzar y vivir tu “vocación”?