8 de febrero | FIRMEZA EN LA FE

8 de febrero | FIRMEZA EN LA FE

MEDITACIÓN DEL DÍA:
“Cuando el hombre es fiel a la vocación y corresponde con una grande fuerza de voluntad, puede muchísimo. Y si es perseverante, sin dejar ni aflojar en lo comenzado, es inexplicable lo que hace, siempre, empero, ayudado de la gracia de Dios”

Notas sobre el Concilio Vaticano I, en AEC p. 579

 

Fidelidad, fuerza de voluntad, perseverancia… Son valores que no se cotizan mucho en nuestra sociedad, que más bien nos arrastra a lo más fácil, a huir siempre de lo que cuesta, de lo que es desagradable, de lo que requiere sacrificio, de lo duradero…

Gracias a Dios, parece que nos vamos dando cuenta de que es importante educar a los niños, en la familia y en la escuela, en el valor del sacrificio y en el robustecimiento de la voluntad. Es verdad que durante bastante tiempo hemos puesto tanto el acento en la voluntad y el sacrificio, sin valorar también la motivación y la acción de la gracia de Dios, que se caía en un voluntarismo y en la imposición.

El P. Claret destaca bien que la fidelidad, la voluntad y la perseverancia son la respuesta agradecida y amorosa a la vocación recibida y a la gracia (el amor) de Dios que nos acompaña siempre. Cuando se produce esa sinergia, como dice él, la persona realmente es capaz de hacer muchísimas cosas, muchas más de las que nunca imaginó.

En la vida de Claret se perciben muchas iniciativas; emprende muchas cosas. Algunos le han tildado de versátil o de inconstante, como que comienza cosas y no las termina. Pero la investigación más reciente demuestra que no es así, sino que persevera; si algunas cosas quedaron atrás fue por motivos ajenos a su voluntad: persecuciones, revolución, etc. Ama lo que emprende; sobre todo, ama a Dios y al hermano, por quienes lo emprende. Cuando le sobrevino la apoplejía -a consecuencias de la cual fallecería al cabo de tres semanas- dejó sobre la mesa las primeras cuartillas de un libro que comenzaba a componer. Nunca bajó la guardia ni se cansó de servir a su Señor.

¿Respondo con fidelidad y perseverancia a la vocación y a la gracia que Dios me regala?