MEDITACIÓN DEL DÍA:
Aut 5
Nuestro nombre nos identifica porque de alguna manera representa nuestra identidad. Cuando alguien pronuncia nuestro nombre sabemos que se refiere a nosotros. Pero el nombre, normalmente, nos lo ponen al nacer, sin que nosotros podamos intervenir.
Representa en parte la herencia recibida, que nosotros agradecemos y acogemos, pero que debemos desarrollar de forma propia y creativa. En el caso de Claret, sus tres nombres de pila tienen una referencia familiar: se llama Juan, como su padre, y Antonio Adjutorio, como dos de sus tíos. Todo ello es símbolo de una identidad.
Claret, al añadir el nombre de “María” a los nombres recibidos, expresa una actitud activa en la construcción de su identidad recibida: quiere expresar que María, la madre de Jesús, de tal manera ha actuado en su vida, que forma parte de su identidad. Él lo dijo en carta a una persona de confianza: “El nombre de María indica mi origen espiritual” (EC I, p. 413). Dejando intacta la centralidad de Jesús, a quien quiere seguir por encima de todo, es muy consciente de que María ha tenido un papel muy importante en la construcción de las diversas dimensiones de su personalidad: afectividad (Madre), apostolado, todo.
¿Qué nombre podría expresar lo que soy? ¿Qué papel tiene María?