6 ORD B - SEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

6 ORD B - SEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Queridas familias: que la paz de Dios inunde sus hogares y les permita celebrar unidos el don de la fe. Que nuestra oración dominical sea un sincero agradecimiento a Jesucristo, Señor de la Vida.

En el Evangelio que se proclama este día, San Marcos nos presenta una escena desgarradora en la que un leproso sale al encuentro de Jesús suplicándole la sanación de su enfermedad. La lepra en aquella época significaba la muerte social y religiosa del individuo que la padecía, ya que inmediatamente diagnosticada se le obligaba a salir del pueblo, a vivir en lugares deshabitados, alertando a los demás de su presencia “contagiosa” que provocaba la impureza. La lepra era interpretada como un castigo divino que envolvía a la familia del enfermo en las tinieblas del desamparo y la marginación. Ser leproso equivalía a ser víctima de una enfermedad sin cura, de la marginación y de la justicia del cielo.

A la súplica de este hombre, “Si quieres, puedes purificarme” (v.40), el Maestro corresponde con acogida y salud. Jesús supera las barreras que la sociedad imponía con las leyes de pureza. Él es capaz de acercarse, descubre la fe que mueve a este hombre a rogar por su sanación y le da una palabra de libertad que le reincorpora a la comunidad; por eso le dice que se presenten a los sacerdotes para que los declare oficialmente limpios de la enfermedad y sirva de testimonio de la obra de Dios hecha en él. Estos son los sorprendentes gestos de compasión del Señor que estamos llamados a reproducir en nuestra sociedad, dominada por la dinámica de la exclusión.

Cuántas veces Dios nos bendice con los “milagros cotidianos” de la vida, la familia, el alimento, el techo, el trabajo… y no somos capaces de elevar una acción de gracias ni de compartir con los demás la alegría de las gracias recibidas. Nuestra fe debe ser agradecida, humilde y generosa. La fe, a su vez, debe movernos a ser solidarios con el dolor de tantas personas que esperan la acción de Dios en su existencia: pobres, enfermos, encarcelados, migrantes y excluidos que son la presencia de Cristo que nos llama. No seamos sordos a su voz.

Este es el tiempo oportuno.

Cordialmente, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.