34 ORD A - JUZGADOS EN EL AMOR

34 ORD A - JUZGADOS EN EL AMOR

Domingo 22 de Noviembre de 2020
Solemnidad de Cristo Rey del Universo
San Mateo 25,31-46: “Tuve hambre, y ustedes me dieron de comer”

Hermanos y hermanas, saludos cordiales. Concluimos un año litúrgico más; celebremos en familia el gran don de la salvación que nos ofrece Jesús, nuestro Mesías, Pastor, Juez y Rey.

En este día la Iglesia centra su reflexión en Jesucristo, Rey del Universo. El Evangelio que hoy se nos proclama es una síntesis hermosa de las enseñanzas de Jesús y una alerta para todos nosotros, en vistas del juicio que nos espera al final de la historia. En la escena, el humilde Jesús de Nazaret es presentado ante las naciones con pleno poder y majestad; su Padre le ha “dado todo poder en el cielo y en la tierra” (Mt 28,18) para juzgar a la humanidad. Él, como un gran Pastor, distingue y separa a ovejas y cabritos; a los que practicaron las obras de misericordia con los pobres y a los que la indigencia de la gente no les ha conmovido, ni les ha impulsado a ser solidarios.

En el juicio final se pone de manifiesto que todo servicio por amor fue un servicio al mismo Cristo. Las obras que el juez enumera son las corrientes obras de misericordia. Como cristianos sabemos nuestra fe tiene que repercutir en estos actos sencillos, ya que sin ellos seríamos personas estériles, vacías y sin futuro. Cuando seguimos a Jesús nos comprometemos a convertir este mundo en el gran banquete del Reino de Dios, donde todos como hermanos tengamos un lugar en la mesa. Quien comparte con los que sufren está destinado a participar del Reino glorioso del Señor.

En este día se nos recuerda nuestra vocación de ser familias generosas, justas y hospitalarias. Que nuestros hijos vean el buen ejemplo de los mayores compartiendo y siendo solidarios con los pobres, demostrando a través de pequeños detalles que somos compañeros de Jesús. Permitamos al Señor que actúe en nuestras vidas.

Les invito a retomar en clima de oración el texto evangélico y al finalizar rezar este himno de la Liturgia de las Horas que recoge el sentido de la meditación de hoy.

Señor, el día empieza.
Como siempre, postrados a tus pies,
la luz del día queremos esperar.
Eres la fuerza que tenemos los débiles, nosotros.

Padre nuestro, que en los cielos estás,
haz a los hombres iguales:
que ninguno se avergüence de los demás;
que todos al que gime den consuelo;
que todos, al que sufre del hambre la tortura,
le regalen en rica mesa de manteles blancos
con blanco pan y generoso vino;
que no luchen jamás; que nunca emerjan,
entre las áureas mieses de la historia,
sangrientas amapolas, las batallas.

Luz, Señor, que ilumine las campiñas
y las ciudades; que a los hombres todos,
en sus destellos mágicos, envuelva
luz inmortal; Señor, luz de los cielos,
fuente de amor y causa de la vida.

Este es el tiempo oportuno.

Cordialmente, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.