MEDITACIÓN DEL DÍA:
Aut 357
No hay respuesta sin un buen planteamiento de la pregunta. No hay medicina eficaz sin un correcto diagnóstico de la enfermedad. Claret es consciente de que no puede evangelizar con acierto si no “estudia las enfermedades de este cuerpo social”; o sea, dicho con palabras de hoy, si no hace un “análisis de la realidad”.
Quizá uno de los grandes defectos de la evangelización de hoy sea pretender ofrecer la buena noticia sin haber explorado a fondo las preguntas y necesidades que los hombres y mujeres de hoy tenemos. La primera pregunta que Jesús formula a los que quieren seguirle es muy simple: “¿Qué buscáis?” (Jn 1,38). Y a los discípulos de Emaús que andan desorientados y afligidos, les pregunta: “¿Qué conversación lleváis por el camino?” (Lc 24,17). Jesús puede ser Camino para los que se preguntan a dónde quieren ir. Jesús puede ser Verdad para quienes, en medio de las mentiras que nos rodean, buscan luz y orientación. Jesús puede ser Vida para quienes toman conciencia de la cultura de muerte que los rodea.
El buen evangelizador, siguiendo el método de Claret, antes de proponer precipitadamente el Evangelio, deberá preguntarse: ¿Qué nos está pasando? ¿Por qué muchos bautizados en Occidente se desenganchan de la vida eclesial? ¿Por qué la espiritualidad está de moda, tanto en países de tradición cristiana como en las lejanas China o India? ¿Por qué es tan alto el número de suicidios en algunos países desarrollados? ¿Qué significa el consumo? ¿De dónde procede la actual crisis económica mundial? ¿Cómo se ha generado el abismo entre ricos y pobres? ¿Cómo construir un mundo más justo? Solo después de convivir con las preguntas y de compartirlas con personas que buscan sentido para sus vidas, podremos ofrecer humildemente la luz que dimana de Jesús, el “contemporáneo de todo ser humano”.