MEDITACIÓN DEL DÍA:
Aut 310
En la época de Claret tuvo un gran auge la imprenta en España; el siglo XIX posibilitó que las masas dejaran de ser analfabetas y accediesen a la lectura. Era una de esas épocas de “umbral”, es decir, cuando se traspone un límite y se pasa a un nivel superior. En este caso, era la superación del umbral de aquello que mantenía al pueblo en una seria limitación cultural.
En todas estas coyunturas aparecen en el mapa de la realidad algunas personas y grupos que se preocupan por acompañar los procesos de crecimiento y favorecer a los más débiles. Al mismo tiempo, están quienes especulan y buscan sacar beneficios a costa de las necesidades y búsquedas del pueblo; soñando sólo con hacer negocio y enriquecerse, investigan aquellos medios que conecten con las pulsiones más básicas del ser humano y las satisfagan.
Nuestra tarea y afán fundamental deberá ser siempre generar las posibilidades para que algo que emerja sea siempre en beneficio de todos y que se ofrezca como un vehículo adecuado para anunciar la Buena Noticia que Jesús nos trajo.
En el caso de la imprenta, el P. Claret hizo una labor encomiable, pues logró publicar más de 120 obras, fundó la editorial “Librería Religiosa” y apuntó sobre todo a la divulgación del mensaje de la fe en una clave netamente popular. El abordaje de este medio para la evangelización demostró su gran sentido de oportunidad para hallar medios de anuncio de la Palabra.
¿Cuál es tu actitud frente a la lectura? ¿Absorben tu tiempo otros medios de comunicación más “pasivos”? ¿En qué medida te conectas con buenas lecturas para tu crecimiento personal y el servicio apostólico?