26 de febrero | AMOR GRATUITO

26 de febrero | AMOR GRATUITO

MEDITACIÓN DEL DÍA:
“Amar a los que nos favorecen, sirven y consuelan es cosa fácil y que no requiere virtud alguna; pero amar, servir y acariciar a los que nos ofenden y son molestos, sin otro motivo que por ser agradables a Dios, es amor verdaderamente sobrenatural… Las demostraciones de benevolencia y cariño que se hacen con las personas a quienes tenemos aversión y sentimos antipatía son muy agradables a Dios, porque las ejercita el alma según la parte superior contra la aversión que reside en la porción inferior de la misma alma”. 

Carta ascética… al presidente de uno de los coros de la Academia de San Miguel. Barcelona 1862, p. 9s; editada en EC II, p. 583s

 
 

Nadie trató a Abraham Lincoln con tanto desprecio como Edwin Standon. Pero Lincoln nunca respondió a los insultos. Más aún, nombró a Standon ministro de defensa, considerando que era el hombre más apropósito. La noche en que Lincoln fue asesinado, Standon dijo, mirando la cara arrugada del cadáver: “aquí yace el mejor gobernante que jamás haya visto el mundo”. El amor paciente había obtenido finalmente su recompensa. Lincoln era un hombre de fe, y, por ello, soportó al irritante Standon por agradar a Dios.El texto sobre el que hoy reflexionamos está en esa onda. Mostrar benevolencia y compasión a aquellos que nos ofenden es ciertamente algo sobrenatural: procede del amor divino. Cuando analizamos en profundidad el modo en que muchos ejercen el amor de unos para con otros, acabamos percibiendo que se trata de una especie de “negocio” con el poco amor que llevan en el corazón. Es como un prestar dinero a interés: amar a quienes devolverán amor. Falta la nota característica del amor auténtico: la gratuidad.Ese no es el amor cristiano. Se supone que nosotros “hemos de dar hasta que nos duela”, como dijo la Beata Teresa de Calcuta. Se espera que amemos a los otros sin esperar devolución. ¿Piensas que es posible lograrlo a base de mero esfuerzo humano? No; es preciso que venga el amor divino en nuestra ayuda. Hasta Jesús compartió con los hombres un amor recibido: “como el Padre me amó, así os amo yo a vosotros. Permaneced en mi amor” (Jn 15,9). Para amar a fondo perdido, es preciso haber experimentado el amor gratuito de Dios; desde él brotará y fluirá continuamente, en todas direcciones, un amor ilimitado, pues “el amor nunca se acaba” (1Cor 13,8).Quien participa del carisma misionero de Claret debe estar urgido por ese amor. El corazón del mundo está muy seco, sin amor; arde en pasiones pero se muere de frío. Sin amor, nuestro planeta no tiene rumbo. ¡Que caigan torrentes de amor sobre el cosmos! ¡Y que un generoso compartir brote de todos los corazones humanos!