PENTECOSTÉS A - EL ESPÍRITU SIGUE AQUÍ

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Domingo 4 de junio de 2017

Solemnidad de Pentecostés

San Juan 20,19-23: “Reciban el Espíritu Santo”

Queridos hermanos, reciban un saludo especial de mi parte, en este día que celebramos la solemnidad de Pentecostés. Que El Espíritu de Dios les acompañe y les fortalezca en sus luchas de cada día.

Cincuenta días después de la resurrección, la comunidad de los seguidores de Jesús, unidos en oración con María, ven cumplida la promesa del Maestro que anunció el envío del Espíritu Santo. La casa en la que están reunidos se llena de un viento fuerte proveniente del cielo, sobre cada uno de ellos se posan llamas de fuego y empiezan a hablar de las maravillas de Dios en lenguas extranjeras. Es el fulgurante nacimiento de la Iglesia misionera. Parecía imposible que un grupo tan pequeño y compuesto de gentes tan humildes pudiesen emprender una empresa así. Fue el Espíritu el que llenó sus vidas y les animó a proseguir con valentía la tarea de anunciar el Reino de Dios hasta los confines de la tierra.

Es éste Espíritu el que anima a tantos hombres y mujeres en la historia para ser testigos de la fe, la esperanza y la caridad. Es el Espíritu el que actualiza la Palabra de Dios para iluminar la vida de las familias y las comunidades. Es el Espíritu el que está presente en los sacramentos para ir transformándonos en personas nuevas a imagen de Jesucristo, el hombre nuevo.

Nuestros hogares necesitan ser renovados diariamente en el fuego del Espíritu. El don de Dios, el dulce huésped del alma, es el que puede tocar aquellas situaciones de muerte, de dolor y de fracaso en vida nueva. Nos hace salir de nuestra comodidad para anunciar el Evangelio a otras familias que están sumidas en una muerte progresiva. Pidamos su fuerza, como los discípulos y María lo hicieron, para cambiar el rostro de la sociedad. Despertemos la esperanza para gestar un mundo nuevo regido por el amor.

El mundo brilla de alegría.

Se renueva la faz de la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

 Ésta es la hora

en que rompe el Espíritu

el techo de la tierra,

y una lengua de fuego innumerable

purifica, renueva, enciende, alegra

las entrañas del mundo.

 Ésta es la fuerza

que pone en pie a la Iglesia

en medio de las plazas

y levanta testigos en el pueblo,

para hablar con palabras como espadas

delante de los jueces.

 Llama profunda, que

escrutas e iluminas

el corazón del hombre:

restablece la fe con tu noticia,

y el amor ponga en vela la esperanza,

hasta que el Señor vuelva.

(Himno tomado de la Liturgia de las Horas)

 

Este es el tiempo oportuno.

 Cordialmente, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.