24 de febrero | SEGÚN EL CORAZÓN DE DIOS

24 de febrero | SEGÚN EL CORAZÓN DE DIOS

MEDITACIÓN DEL DÍA:
“Por el especial cuidado y providencia que Dios nuestro Señor tiene de la Iglesia militante, en todos los tiempos ha enviado y envía hombres según su corazón, llenos de gracia y de doctrina, para hacer frente a los errores que el demonio ha inventado y sugerido a los impíos, sus secuaces, que siguen los vicios en los que les ha precipitado”

L’egoismo vinto, Roma 1869, p. 47; retrotraducido en EE p. 406

 
 

La vocación de la Iglesia consiste en dar testimonio del Señor en este mundo (cf. Lc 24,28). Por ello ya los primeros cristianos fueron “Iglesia militante”, pues les tocó luchar contra las fábulas y a favor de la verdad. “Muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús” (Rm 6,11), estamos emplazados a luchar contra lo que no es según Dios.  El P. Claret interpretó su vocación sacerdotal como combate contra el mal (Aut 101) y subrayó el aspecto “militante” de la Iglesia. De ahí su devoción a San Miguel Arcángel, el luchador por los derechos de Dios. Le llamaban la atención los mártires, aguerridos defensores de la verdad y la justicia.  Ser Iglesia militante es vivir la difícil actitud de luchadores pacíficos por la implantación de los valores del Reino; ello exige un elemental conocimiento de lo que, haciendo eco a unas palabras de Jesús (cf. Lc 12,54- 47), se ha dado en llamar “signos de los tiempos”, en los que el creyente debe entrever “signos del Reino” distinguiéndolo nítidamente del antirreino.Para librar este difícil combate es preciso no estar aferrados a “armas” anticuadas, quizá ya no aptas para combatir los nuevos “demonios”. Claret ve en la historia de la Iglesia cómo Dios suscita en cada época nuevos brazos y nuevos estilos de lucha. Los valores permanentes necesitan actualización en nuevos lenguajes y prácticas. Claret, con la puesta en marcha de nuevas organizaciones evangelizadoras y pastorales, es una muestra de cómo Dios fue providente con la iglesia de su tiempo.¿Qué resonancia tiene en ti la expresión «Iglesia militante»? ¿Está quizá algo “contaminada” por experiencias eclesiales no gratificantes?  ¿Y si la tradujeses por “testimonio agresivo”? ¿Cómo debieras hacer para parecerte a “aquel amo de casa que saca de su despensa lo viejo y lo nuevo” (Mt 13,52)?