Estimadas familias, paz y bendición en este nuevo domingo que nos ofrece el Señor. Celebremos juntos el gran don de la Eucaristía, memorial de nuestra liberación.
En el Evangelio de este día se nos relata el llamado de los primeros discípulos. Al ver pasar a Jesús, Juan el Bautista dice a sus discípulos: “Este es el Cordero de Dios”. Éstos, por su parte, deciden ir tras Él. De camino, Jesús se voltea y les pregunta qué buscan. Ellos le responden: “¿Dónde vives?”. Jesús les dice: “Vengan y lo verán”. Ellos lo siguieron, y se quedaron con Él.
Todo ser humano, desde el nacimiento, emprende el camino de búsqueda del sentido de la vida: el fundamento vital, los motivos para luchar, su vocación, las razones del sufrimiento, su futuro. Los cristianos afirmamos desde la fe que el sentido primordial de nuestra vida se encuentra en Dios; Él es nuestro origen y fundamento. Esta búsqueda no encuentra su plena realización hasta que escuchemos, como los discípulos de Juan, aquellas palabras siempre provocadoras de Jesús: “Vengan y lo verán”. Y es que “seguirle a Él” y “estar con Él” nos hace entrar en la comunión plena con el amor divino, génesis de nuestra existencia.
Seguir a Jesús es una experiencia que transforma la vida. Nos hace cambiar nuestras ideas y actitudes frente a la realidad. Nos enseña a librarnos de la negatividad y el egoísmo que tenemos arraigado en el corazón, para convertirnos a semejanza suya, en hijos e hijas amados del Padre. En este proceso el testimonio de los demás es clave. La fe se nos transmite a través de la vida de otras personas que han escuchado el llamado de Jesús y se han sido tocadas por Él. A través del testimonio de Juan el Bautista los discípulos llegaron al conocimiento del Mesías, y a través del testimonio de Andrés, su hermano Simón conoció a Jesús. Simón, a su vez, conociendo a Jesús recibió una gran misión: ser “Cefas”, “piedra”, fundamento de la comunidad cristiana.
Jesús nos invita a la obra del Reino y, para ello, nos necesita libres de todo pretexto y evasivas. Nos necesita libres para amar, para anunciar, para liberar, para sanar, para consolar. Quien vive atado a su antigua condición de pecado no podrá ser testimonio del Dios Vivo ante la sociedad. Renovemos hoy nuestro compromiso bautismal de seguir a Jesús hasta donde Él quiera e invitemos a muchos otros a esta gran aventura.
Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.