19 de enero | VIVIR EN FAMILIA

19 de enero | VIVIR EN FAMILIA

MEDITACIÓN DEL DÍA:
“De aquí a un mes [me] quedaré sin Capellán […]. Como veo que los Hermanos desean mucho que venga un Sacerdote de la Congregación, y yo también lo deseo como ellos, le pido a Usted que, si con el parecer de los Consultores, me puede enviar un Sacerdote de la Congregación se lo apreciaré, y los Hermanos también”

Carta al P. José Xifré, 19 octubre 1866, en EC II, p. 1066

 

En el siglo XIX todo obispo tenía siempre consigo a un sacerdote, que era quien le ayudaba a celebrar la eucaristía en el complicado ritual de entonces, le solía hacer de secretario, etc; se le llamaba “el capellán”. En sus primeros años de Madrid, Claret tuvo como “capellanes” a sacerdotes diocesanos.    Pero su deseo era vivir con sus Misioneros. En 1866 ya viven con su querido Fundador dos Hermanos Claretianos no sacerdotes; y, al tener que cesar su “capellán”, Claret quiere que le sustituya también un sacerdote de su Congregación. Es normal, pues el “arzobispo a la fuerza” nunca habría deseado irse de con sus Misioneros de Vic.  El “lugar natural” de Claret habría sido la “casa misión”, el grupo que Dios le había dado para poner en marcha la Congregación de Hijos del Inmaculado Corazón de María en aquel ya algo lejano 16 de julio de 1849. En nuestro texto Claret muestra una gran predilección por estos Hermanos suyos, junto con un gran respeto a quien los gobierna; él, el Fundador, se somete gozoso a lo que decida el Superior General.Este sentido de pertenencia nunca le impidió valorar y amar las cosas de los otros. Más bien Claret fue hombre de muchas pertenencias, unas por afinidad carismática, otras por encomiendas pastorales u otros motivos prácticos; unas más permanentes, otras más pasajeras. Cuando, en 1868, salga de España desterrado, ya la Congregación de Misioneros será su único punto de referencia.Así como en una familia cada miembro tiene que mantenerse abierto y acogedor de los demás, igualmente hay que comportarse con la “familia” espiritual que Dios tal nos ha dado: los hermanos o hermanas de carisma. A veces, en nuestro tiempo, tanto a nivel de familia humana como de vida religiosa o congregacional, hay quien mantiene una relación más profunda y sentida con una realidad exterior – llámese movimiento religioso, grupo cultural…- que con el grupo vocacional a que ha sido llamado.¿Siento y cultivo mi relación humana y espiritual, ante todo, con los hermanos que Dios me ha dado? ¿O, más bien, vivo desarraigado o desinteresado a este respecto?