14 de marzo | RECOGIMIENTO EN EL BULLICIO

14 de marzo | RECOGIMIENTO EN EL BULLICIO

MEDITACIÓN DEL DÍA:
“¡Cuántos y cuántas [personas: hombres y mujeres] conozco yo que, en medio del bullicio de las calles y plazas, saben encontrar allá en su corazón, en que Dios les habla, una soledad que difícilmente se encontraría igual en la Tebaida!” 

Carta ascética… al presidente de uno de los coros de la Academia de San Miguel. Barcelona 1862, p. 20 

 

Vivimos en un mundo desquiciado por la velocidad y el ruido; en un mundo para muchos insoportable, que impide la concentración en el trabajo y en el descanso; en un mundo que parece ir a galope, como un potro desaforado.
¿Cuándo y dónde encontrar un refugio, un momento de calma y tranquilidad, de sosiego, de paz interior? Es preciso – y quizás urgente – buscar tiempo y lugar para disfrutar un poco de soledad, donde Dios habla al corazón, y nosotros podemos encontrarnos con Él, alejados de toda distracción; para expresar nuestros sentimientos más íntimos; para dejarnos amar por quien tanto nos ama; para gustar y ver cuán bueno es el Señor en esa soledad sin estrépito, en esa isla que, con los ojos y los oídos cerrados, podemos crear dentro de nosotros para mirar a nuestro Dios y Señor y encontrar “la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora”, como dice San Juan de la Cruz.
Conviene tener en cuenta estas palabras de Benedicto XVI en la exhortación apostólica “Verbum Domini”: “La gran tradición patrística nos enseña que los misterios de Cristo están unidos al silencio, y sólo en él la Palabra puede encontrar morada en nosotros, como ocurrió en María, mujer de la Palabra y del silencio inseparablemente” (n. 66).
En el silencio y el recogimiento es donde con mayor hondura y nitidez se puede escuchar y meditar la voz de Dios que nos habla en su Palabra de luz y de vida.