7 de enero | SANTIFICACIÓN DE LA MUJER

7 de enero | SANTIFICACIÓN DE LA MUJER

MEDITACIÓN DEL DÍA:
“Una mujer para hacerse santa, es preciso que se valga de los medios con que se adquiere la santidad; es decir, ha de frecuentar los santos sacramentos, ha de hacer mucha oración mental, ha de practicar muchas mortificaciones interiores y externas, ha de amar los desprecios, las humillaciones y la pobreza, en una palabra, ha de estar toda atenta a ver cómo podrá agradar del todo a Dios; por consiguiente ha de estar despegada del mundo, libre de respetos y sujeciones, y desprendida de los mismos bienes que por fuerza ha de poseer, y que el mundo tanto ama”

Religiosas en sus casas o las hijas del Santísimo e Inmaculado Corazón de María. Barcelona 1850, p. 24. Ed. crítica, en Madrid 1990; p. 73s

 

Para ser un escrito de un eclesiástico del siglo XIX, no es poca la estima que se expresa hacia la mujer. Bien podría haber dicho: “una mujer para hacerse santa es preciso que se valga de los medios propios de su condición”. ¡Pero no! Seamos varones o mujeres, la vocación a la santidad se nos ofrece a todos por igual. Los medios son variados; incluso pueden y deben ir modificándose con los tiempos; pero el fondo y el fin seguirá siendo siempre el mismo: “estar atenta a ver cómo puedo agradar a Dios en todo”. No sobra ni una letra. Se nos invita a vivir despiertos, no superficial ni inconscientemente.
Que nuestro mayor interés sea cómo agradar a Dios. Y no en algún momento o en los ámbitos más “religiosos”. No; se nos dice: “en todo”. En nuestras relaciones, afectos, uso del dinero y los bienes, sexualidad, estudios, trabajo, ocio, compromisos, oración, ascesis personal, comunión eclesial… En fin, la lista puede ser interminable. De hecho, conviene que seas tú mismo, tú misma, quien hagas tu lista propia y personal para ver dónde estás llamado o llamada a agradar a Dios en todo.
Sin duda, este modo de vida, este deseo de santidad, tendrá su precio y sus consecuencias, pues “nadie puede servir a dos señores” (Mt 6,24). Y difícilmente podemos luchar simultáneamente en varios frentes. La libertad es un bien preciado. Libres de opiniones, modas, juicios, tendencias…  “libre hasta de Dios”, canta un poeta, pues Dios quiere tu entrega libre. ¿Hay algo en mi vida o en mi entorno que me resta libertad para crecer en santidad, es decir, para vivir atenta a la voluntad de Dios y diligente para hacerla realidad?