36 a. Para recordar sobre la Edad Antigua

36 a. Para recordar sobre la Edad Antigua

 

 

¿Qué impresión nos ha causado la Edad Antigua de la Historia de la Iglesia? ¿Qué nos conviene recordar?

Estos cuatro puntos.

 

1°. Las Persecuciones Romanas, del año 64 al 313. Se iniciaron en los mismos días de los Apóstoles. De hecho, Pedro y Pablo murieron en la primera, la de Nerón. La Iglesia quedó bautizada con sangre abundante. Las Persecuciones la marcaron para toda su historia por venir. Y le hicieron entender que no ha de tener miedo nunca a los perseguidores. Al revés. Aprendió para siempre, con frase célebre de Tertuliano, que “La sangre de los mártires es semilla de cristianos”.

 

2°. Acabadas las persecuciones, vino el florecer la santidad en aquella multitud de anacoretas del desierto que no buscaban sino a Dios. Se implantó con ellos la ascética y austeridad cristiana, el ejercicio de todas las virtudes que llevaban a la perfección del Evangelio.

 

3°. Aunque surgieron las primeras herejías, Dios suscitó a los Santos Padres, aquellos grandes y sabios Obispos y Doctores, que nos dejaron por escrito la riqueza de la Tradición cristiana que se vivía en la Iglesia.

 

4°.  Los bárbaros o Pueblos del Norte aniquilaron al Imperio Romano, la Iglesia los convirtió a la fe, sobre todo por medio de los monjes Benedictinos, y comenzaron a formarse los reinos cristianos.

 

Siete siglos: años 1- 692

 

 

Noticia sobre La Edad Media: Años 692 – 1.303

 

Nos toca historiar una época totalmente singular de la Iglesia: la EDAD MEDIA. No le pregunten sobre ella a un racionalista o a cualquier enemigo de la Iglesia, porque les echarán pestes sobre ella: oscurantista y retrógrada es lo menos que les dirán… ¿Por qué? Muy sencillo: porque fue la Iglesia la creadora de unos siglos en que la vida cristiana y social ─en medio de muchos defectos que reconoceremos siempre─, brilló a una altura moral y cultural extraordinaria. La cultura, ciertamente, era muy distinta pero no inferior a la que vendría después con el Renacimiento; y la moral y piedad cristianas dominaban al pueblo entero, muy al revés de lo que sucederá más tarde en la Edad Moderna con el retorno a muchas prácticas paganas y al resquebrajamiento de la fe. 

Esos denuestos contra la Edad Media los repiten muchos escritores sin escrúpulo o que de Historia saben muy poco. Los historiadores serios modernos, aunque no católicos, hablan ya de manera muy distinta a como lo hacían antes.

Y nosotros, ¿qué es lo que apreciamos en la Edad Media? Miremos estos puntos.

 

  1. Esta Edad ocupa la historia tanto religiosa como civil de toda Europa, formada por los pueblos bárbaros que se habían cristianizado. No entran las otras partes del mundo, pues Asia no había sido aún explorada ni América descubierta. El Imperio Bizantino, con su Capital Constantinopla, aunque cristiano, estaba cerrado en sí mismo y, desde el siglo once, separado de Roma y formando la Iglesia cismática Ortodoxa. Además, el norte de África, antes cristiano, había caído totalmente bajo el dominio musulmán. Por lo mismo, la Historia religiosa y civil de la Edad Media es total y exclusivamente europea.

 

  1. Al estar unidas la sociedad civil y religiosa ─un ateo hubiera sido entonces algo inconcebible─, la Edad Media es considerada por muchos como el ideal al que puede llegar la convivencia humana, aunque esto nos parezca hoy un imposible, una suposición muy cuestionable, y hasta rechazable. Y más, al saber que esa unión se fundaba en la autoridad indiscutible del Papa, buscado y sostenido por el emperador o el rey. Pero entonces fue así.

 

  1. Aunque el Islam hizo estragos, la sociedad y la Iglesia supieron aprovechar mucho de la cultura musulmana, igual que asumió con los grandes teólogos del siglo XIII la ciencia filosófica griega de Aristóteles y de Platón haciéndola perfectamente compatible con la fe cristiana. Las Universidades nacieron de la Iglesia, como avanzada de la ciencia moderna. Y las artes culminaron en una altura insospechada con las catedrales góticas. La influencia de la Iglesia ─dentro del orden religioso, civil, cultural y hasta económico─ era enorme y total en la vida de los Estados.

 

  1. ¿Y los grandes defectos que los historiadores achacan a la Edad Media? Nadie los niega y a nosotros nos irán saliendo en las lecciones que nos esperan. Fueron propios de unos pueblos que salieron de la barbarie y que no se podían hacer santos, sabios y poderosos en un día. Pero ahí estuvo la grandeza de la Iglesia en la Edad Media: hacer de esos pueblos el terreno abonado de donde surgirían los Estados modernos que tanto nos enorgullecen a nosotros. En resumen, hay que valorar la Edad Media en lo que es: mucha altura cristiana y civil en medio de grandes deficiencias también.

 

  1. Para la división de la Edad Media nos atenemos a lo que dijimos al principio de nuestras clases. No hay unanimidad de criterios. Siguen todavía quienes la empiezan en el 476 con el destronamiento del último Emperador Romano y la acaban en 1453 con la caída de Constantinopla bajo el poder musulmán.

Modernamente se sigue otro cómputo más complejo pero más certero: del 692 al 1303, dividida en dos períodos:

-el primero desde el 692, con los bárbaros convertidos a la fe cristiana, hasta el 1073;

-y el segundo período de aquí hasta el 1303 en que empezará la Edad Nueva.

No son fechas matemáticas, sino de sentido intermedio, como ocurre en el desarrollo humano: ¿se puede determinar el día fijo en que el niño entra en la pubertad o aquel en que la deja para convertirse en un joven?…

Nosotros nos atendremos a esta última división: del 692 al 1303.