24 de Agosto | MIRANDO A MARÍA

24 de Agosto | MIRANDO A MARÍA

MEDITACIÓN DEL DÍA:
*238. – “Frecuentad los santos sacramentos, privaos de alguna cosa en obsequio suyo, rezadle a María todos los días el santo Rosario con devoción y fervor y veréis cómo María Santísima será vuestra madre, vuestra abogada, vuestra medianera, vuestra maestra, vuestro todo después de Jesús. Si sois devotos verdaderos de María, seréis felices ahora y después lo seréis por toda la eternidad en el cielo”

Origen del trisagio. Barcelona 1863, p. 46

 

Para conocer a María, invocarla y hablar de ella nada mejor que seguir los pasos de la Biblia y de la larga experiencia del pueblo de Dios. Nombres que encontramos en el Antiguo Testamento han habilitado a la Iglesia, por ejemplo, para designar a María como Madre de los vivientes, lo mismo que a Eva (cf Gen 3,20), o como Gloria de Jerusalén, honor de nuestra raza, a la manera de Judit (cf Jdt 15,9). El primer capítulo del evangelio de san Lucas nos ofrece sugerencias más precisas de este tipo en los títulos que allí se dan a la joven Virgen de Nazaret. Y los Santos Padres nos han enseñado que, hablando así de María, damos a esas designaciones un sentido nuevo y más pleno, capaz de cimentar nuestra oración mariana y nuestra confianza.
Y ¿qué decir de la tradición secular de la Iglesia, incansable en esta forma de acercamiento a María? En esto han jugado tanto la experiencia espiritual de los santos como la devoción popular, v.gr. en el uso de la Letanía lauretana. Todo lleva a saborear, como hace Claret, el vínculo de amor y de intervenciones maternas con que María nos tiene unidos a su Hijo Jesús en todas las encrucijadas de la vida.
Para quien vive en comunión con María está muy claro que, por sintonía con su corazón, debe poner el centro de su atención en Jesús. De ahí la importancia de la vida sacramental, de la oración, de la meditación de la Palabra, sobre todo del Evangelio. La oración del Rosario te ayudará, como a Claret, a mantener la mente en la vida de Jesús.
Seguramente que en las diversas vicisitudes de tu experiencia espiritual han ido aflorando en ti nombres y títulos que te han facilitado comprender la misión y el mensaje de María. No te será difícil verificar que su compañía te ha alentado a seguir haciendo más conscientemente tu camino vocacional junto a Jesús: con más generosidad, con serena alegría y con el compromiso solidario con que el mismo Señor realizó su itinerario salvador entre nosotros.